enero 13, 2025

Armas heráldicas de Cataluña – pag. 104

Del mismo modo, el volumen séptimo del «Atlante Español», muestra en la cartela del mapa -donde se puede leer «Principado de Cataluña»- la simbología de cruces y barras cuarteladas (151); era en 1781.

Ya en el siglo XIX, la Diputación (derivada de la Generalidad foral) se convierte en propietaria de las barras, aunque no sabemos el porque. La Academia de la Historia tomó cartas en el asunto, pero limitándose al informe de Juan F. Riaño quien ¡en cuatro folios! y sin apenas apoyo documental llegó a la siguiente conclusión:

«… para adicionar la referida cruz (de San Jorge) al blasón usado en el día (cuatro barras), consiste en colocarla sobre el todo de él, dentro de una tarja o escudete, tetrágono en forma, en disposición que resalte rostida (sic) la cruz con los antiguos palos de gules» (152)

La Academia aprobó este informe sobre el escudo provincial de Barcelona que, posteriormente, se entregó al Gobierno en el mismo año 1870. El raquítico estudio dejaba entrever la que fue autentica heráldica catalana en los siglos medievales; aunque Riaño, en sus cuatro folios, se influenciara por teorías anacrónicas (p.e.: usa como fuente del año 1420 el libro falsificado por Gaspar Jalpi a fines del XVII) generadoras de conceptos erróneos. A pesar de ello, reconocía que:

«La devoción y el emblema de San Jorge vinieron a Europa desde Oriente en la época de las Cruzadas, en cuyo tiempo fueron probablemente adoptados por los catalanes» (153)

Concepto ratificado en el párrafo siguiente:

«Hago estas indicaciones para confirmar el hecho de haber usado los catalanes desde la Edad Media el emblema de la cruz de San Jorge» (154)

En consecuencia, la heráldica catalana coincidió con la del Condado y Ciudad de Barcelona durante la época foral, hasta 1714. No obstante, es manifiesta la tendencia por parte de historiadores fabulistas, que afirmaban la catalanidad de las barras; tesis desmentida por abundante documentación de los siglos anteriores. La cruz y barras cuarteladas (presentes en la señera catalana junto a la imagen de Santa Eulalia) fueron las armas que diferenciaron a este pueblo de otros integrados en la Corona de Aragón. En los siglos XI y XII, antes de la unión con el reino aragonés, consistía en la cruz exclusivamente; según recuerda el historiador Capdeferro:

«En las monedas que se acuñaron en Barcelona desde Ludovico Pió, figura siempre la cruz; en antiguas pinturas murales, como una del siglo XIII procedente del Tinell, hoy en el Museo Histórico de la Ciudad (de Barcelona) se ve a las tropas catalanas con el estandarte de la cruz» (155)

Los redactores de la Gran Enciclopedia Catalana, eran conscientes de la carencia de la señera histórica con cuatro barras en Cataluña. Así se desprende de la definición y acepciones que, prudentemente, atribuyen al vocablo:

«Señera 1. Estandarte, guión, etc. especialmente que sirve de enseña de una corporación. 2. por extensión. Bandera» (156)

Ninguna referencia, por tanto, a que fuera la bandera nacional de Cataluña.

La Generalidad de Cataluña se apropia de las barras

El 12 de julio de 1713, la Generalidad de Cataluña exhortaba al pueblo para la defensa a ultranza del territorio, ya que las fuerzas de Felipe V avanzaban victoriosamente hacia Barcelona. La orden, firmaba por «Ios Deputats Del General del Principal de Catalunya», recordaba las causas y motivaciones de la lucha:


(151) Espinalt y Palomino: Atlante Español. Tomo 7, Madrid. 1718.

(152) Riaño, Juan F.: Informe sobre el escudo provincial de Barcelona. Madrid, 11 de noviembre de 1870 Boletín de la R.A. de la Historia. Madrid 1921.

(153) Ibídem, p. 85.

(154) Ibídem.

(155) Capdeferro: op.cit., p. 85.

(156) Gran Enciclopedia Catalana: Tomo 13, p. 489.


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