Asimismo, se conserva una referencia a la cruz, heráldica catalana en una poesía valenciana del año 1484; aunque su autor intentara hacer creer que fue escrita, en tono profético, por Amau de Vilanova en el siglo anterior:
« Serán en Cathalunya
per la malia
per tots comesa;
sera defessa la creu vermella
que en térra jahia » (73)
Poesías apócrifas sin duda, pero interesantes al ofrecer constancia del símbolo heráldico catalán en el siglo XV. Unas banderas con la misma «creu vermella de Cathalunya» eran utilizadas por los niños catalanes a fines del siglo XVI en sus juegos:
«juntos los mochachos (sic) de la escuela, adereçados con espadas desnudas le sacan al campo, desplegando sus estandartes de papel con Cruces roxas de almagra» (74)
Los niños catalanes imitaban a sus mayores no empleando las banderas barradas, y sí la antigua cruz de Ramón Berenguer el Grande.
Cataluña de Aragón en España
En la documentación de los siglos XVI y XVII se percibe cierta incomodidad en los cronistas para definir adecuadamente al pueblo catalán: ¿Eran condados regidos por un príncipe, o un principado bajo el poder de un conde que, a su vez, ostentaba el título máximo de rey de Aragón? Quizá por estas causas fuera considerada Cataluña como un territorio de Aragón: por lo menos, así lo da a entender el «Catálogo de las Ciudades y Lugares de Europa», del año 1606:
«Barcelona en Cataluña de Aragón en España» (75)
Esta supuesta subordinación es la que induciría a más de un grabador o cronista a considerar como representativa de Cataluña a la bandera barrada aragonesa; aunque generalmente sólo se cite esta última. Por ejemplo, en mayo de 1535 partía del puerto de Barcelona la flota imperial con destino a los focos corsarios de Túnez; en la descripción, muy detallada, de las banderas que presidieron las ceremonias de embarque y paradas militares (76), no aparece ninguna enseña del «Principat de Cataluña»; el mutismo es total.
Donde ya constituye un dilema la ausencia de la bandera del Principado es en el aparatoso ceremonial celebrado en Bruselas en 1558, motivado por las exequias del emperador Carlos V. No parece que se deba a omisión del cronista, ya que éste demuestra ser un apasionado de la vexilología por la meticulosa relación de las enseñas participantes. Esta era la enumeración de las «vanderas de sus Reynos», respetando la ortografía original:
«Gran Estandarte del Emperador, Condado de Flandes, Reyno de Hierusalem, Reyno de Nápoles, Reyno de Valencia, Austria, Ducado de Borgoña, Reyno de Castilla, Reyno de Navarra, Ducado de Gueldres, Reyno de Aragón, Reyno de Sicilia, Reyno de Cerdeña, Reyno de Mallorca »(77)
Es una relación extensa, pero se olvidaron de Cataluña, probablemente por la razón apuntada; los heraldistas imperiales interpretaban que ya estaba representada por la enseña aragonesa. La política aglutinadora de Carlos V simplificaba el mapa europeo y presagiaba los futuros estados modernos. En Amberes, durante la visita del príncipe Felipe en 1547, fueron cinco las naciones que representaban a Europa en un arco triunfal:
«… estacan cinco donzellas muy juntas, que representaran cinco naciones, y assi tenían sus títulos. NATIO GERMANICA. NATIO ITALICA, NATIO ANGLICA, NATIO HISPANICA, NATIO LVSITANICA» (78)
(73) Profecía del mestre Aranu de Vilanova: Archivo Municipal de Valencia. Protocolo notarial de J. Gimeno. Sig. 16, año 1484.
(74) Suárez de Godoy, Fray Juan: Muerte y honras de la Magestad del Rey Philipe N.S. Segundo deste nombre. Barcelona. 1599, fol. 96 v.
(75) Theatro del Mundo y de el Tiempo, compuesto por Ioan Pavlo Gallucio y añadido por Miguel Pérez. Granada 1606, fol. 127.
(76) Sarndoval, Fray Prudencio: Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos. En Pamplona, año 1634, fol. 217.
(77) Ibidem. ff. 841, 842.
(78) Calvete. J Christoval: Viaje del P. Felipe. Amberes, 1552. fol. 235 v.
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