Esa zona geográfica aceptó, de buen grado o por fuerza de armas, la supremacía del Condado de Barcelona y su heráldica. La antigua cruz, del imperio carolingio, asimilada por Ramón Berenguer el Grande, fue una obsesión en la simbología catalana o barcelonesa. Hay numerosos testimonios que lo avalan. Recurriremos, por ejemplo, a ciertos libros que constituyen un verdadero tesoro, no sólo por su contenido literario o documental, sino por el virtuosismo del artesano que realizó la encuadernación. Una de estas es la que orna el volumen que describe el proceso llevado a cabo por la muerte de un funcionario de la Generalidad catalana; la tapa está decorada en estilo gótico mudejar propio del siglo XV, una serie de lacerías entrecruzadas junto a orlas que se quiebran siguiendo forma rectangular constituyen el complemento gofrado para destacar lo esencial: un cuatrifolio con un tetrágono destacando la simbología catalana, es decir, la cruz de San Jorge a gran tamaño. (88)
También la tapa de los «Juramentos de observancia de los Fueros de Cataluña», perteneciente al siglo XVII, ofrece idéntica simbología. El volumen, de gran riqueza ornamental, se conserva en buen estado gracias a la espléndida encuadernación reforzada por cantoneras metálicas. Una delicada labor de mosaico en piel, junto con ornamentación de orlas curvilíneas compuestas de flexibles ramas de menudas hojas y florecidas sirven para realzar el tema heráldico central: la cruz de Ramón Berenguer (89).
No es casual que la Gran Enciclopedia Catalana, al extenderse sobre las connotaciones y particularidades del vocablo «Bandera», haga una referencia a las más antiguas de Europa. Como es de suponer, sus redactores incluyen la del «Principat de Cataluña», pero en estos términos:
«Bandera (…) la más antigua de las banderas europeas (1204), la suiza, la inglesa, la escocesa, o la antigua del Principado de Cataluña (cruz de San Jorge)» (90)
Más explícitos no pueden ser: ninguna referencia a las cuatro barras. Hay que advenir, sin embargo, que esta puntualización sobre el antiguo símbolo del Condado de Barcelona aparece muy discretamente entre las numerosas líneas que contienen las acepciones del término «Bandera». De todas formas, está el reconocimiento de ser la «cruz de San Jorge» la heráldica genuinamente catalana.
Un perspicaz diletante de la historia, el Marqués de Cruillcs, comentaba en el año 1876 que la cruz fue cuartelada con las barras por Cataluña:
«… así como Cataluña la cuarteleó (sic) con la cruz de San Jorge » (91)
Obsérvese la referencia a Cataluña, no a la ciudad de Barcelona.
Heráldica de la «Gran Compañía Catalana en Grecia»
A principios del siglo XIV, las tierras que generaron la cultura clásica estaban en absoluta decadencia. El Imperio Bizantino, antaño modelo de organización burocrática y militar, se tambaleaba ante las acometidas islámicas; sin embargo, sería un ejército de cruzados los que conquistarían Constantinopla en 1203. Sus grandes riquezas fueron la causa principal para que las fuerzas cristianas se desviaran en sus planes de rescatar Tierra Santa. El saqueo y conquista de Bizancio a cargo de los cruzados se repitió en 1204; quizá por haber huido el emperador Alejo con el tesoro áulico en el anterior ataque.
Estos descalabros propiciaron la aparición de pequeños territorios que adoptan títulos rimbombantes (Imperio de Nicea, Despotado de Epiro, Principado de Acaya, Reino de Tesalónica, Imperio Latino, Reino de Trebisonda, Ducado de Naxos, etc), que rápidamente cambian de dueño y denominación. Estas efímeras conquistas, toleradas hasta la total absorción por los turcos, son posibles gracias a las compañías de soldados mercenarios de las más diversas procedencias, que ofrecen su acero al mejor postor. Este era el decorado donde hizo su aparición la «Gran Compañía Catalana».
En realidad, ese ejercito catalán en Grecia nunca existió; aunque cobró vida en los folios de algunos cronistas, merced a la absorción y síntesis que realizaron de las andanzas de unas fuerzas mercenarias conocidas en la documentación de la época como «Corporación del Ejército de los Francos en la Romania» o, textualmente:
«Universitas exercitus Franchorum in Romania partibus existentis» (92)
( 88) Proceso sustanciado por el Veguer de Barcelona, por el asesinato del oidor de cuentas de la Generalidad; siglo XV, Arch. Corona de Aragón.
(89) Juramento d’observancia del Furs de Catalunya, s. XVII, Arch. Cor. de Aragón.
(90) Gran Enciclopedia Catalana, tomo 3°, p. 132.
(91 ) Cruilles, Margues de: Guía urbana de Valencia, Valencia 1876, p.51.
(92) Setton, Kennelh: Los catalanes en Grecia. Barcelona, 1975, p. 10.
-84-