«Huid cornudos, infames
gente sin Dios, y sin ley,
tabaquistas, mohatreros,
bufadores, arrogantes,
buxarrones, muertos de hambre,
gallinas,; blasfemos, diablos,
sacrílegos, ignorantes»(112)
La tremenda agresividad que rezuma el texto hacia los castellanos se alterna con estrofas enaltecedoras del heroísmo catalán y, lógicamente, de su señera:
«Si mi Eulalia me ayuda,
de cuyo amparo el ánima no duda,
roda aquesta arrogancia (de Castilla)
verá abatida Cathaluña y Francia» (113)
La efervescencia catalanista propició poesías que invocaban con la fuerza de la sinceridad a la bandera que blasonaba toda Cataluña:
«trahent la bandera
de aquella Verge çensera
nostra Patrona
Eulalia de qui blasona
tot Cataluña» (114)
El autor, «un Catalá ben aficionat a sa Patria Cathalunya», debió ser uno de los combatientes contra los tercios de Felipe IV, siendo valioso su testimonio respecto a la señera de santa Eulalia; la propia Generalidad catalana, en publicaciones «de guerra», confirma su categoría de bandera nacional. La obra encargada a un tal Gaspar Sala por los Diputados de la Generalidad de Cataluña —titulada «Epítome de los principios y progressos de las guerras de Cataluña»—, al narrar los primeros enfrentamientos de la contienda y organización del contraataque, cita el pendón de Santa Eulalia como símbolo de la defensa de todo el Principado, no sólo el perímetro barcelonés:
«Viendo el Principado, que al tratar de la defensa tan de espacio (sic), para esperar del Rey los devidos ajustamientos a los agravios recibidos, era detrimento, y dava alimentos a los sitiadores; enarboló el pendón de la inclyta Santa Eulalia, primera demostración de sus veras» (115)
La ausencia de referencias a la bandera de cuatro barras pudiera estar motivada por ser una de las utilizadas por las tropas enemigas; no hay que olvidar que Felipe IV era rey de Aragón. El fragmento siguiente, con exhortaciones del general castellano animando a sus tropas para el asalto a Montjuich, pudiera expresar lo anterior:
«Ea illustres Capitanes
anarbolad las banderas
listadas con tanta sangre
vitoria, Castilla viva» (116)
La ambigüedad de la frase «listadas con tanta sangre», deja ciertas dudas ¿se refería a las barras rojas de Aragón?. También pudo, metafóricamente, aludir a los bastones de Borgoña que mostraban idéntico cromatismo. No obstante, podemos suponer que las tropas castellanas o imperiales que usaron barras rojas en Flandes a fines del siglo XVI, las continuaran utilizando en la campaña de Cataluña. La otra bandera de los catalanes -la de San Jorge- que representaba a la Generalidad y tenía categoría similar a la cuartelada (por ejemplo: en 1597, con motivo del auxilio catalán a Perpiñán, son ambas las que presidieron al ejército), fue perdiendo protagonismo en relación a esta última. En 1640, la bandera de Santa Eulalia era colocada en el balcón principal de la Generalidad de Cataluña antes de salir contra las tropas de Felipe IV: allí estuvo varios días, proclamando cuál era la señera catalana:
«… la arboraren en la finestra del mitx de la casa del General de Catalunya (…) lo Pendó de Santa Eulalia» (117)
Por cierto, parece que en 1640 sólo existía un pendón de santa Eulalia. La dualidad de una enseña religiosa y oirá militar, no concuerda con esta crónica de 1640:
(112) lbídem, fol. 25 r.
(113) Ibíd., fol. 18 r.
(114) Anónimo: Diálogo verdader compost per un catalá ben aficionat a sa Patria Cathalunya. Barcelona, año 1642 (sin foliar).
(115) Gaspar Sala, F.: Epitome de tos principios, y progressos de las Guerras de Cataluña en los años 1640 y 1641; y señalada victoria de Monjuyque. Por mandato de los Señores Deputados. En Barcelona, Año 1641 (sin foliar).
(116) Famosa Comedia de la entrada..,: fol. 25 r.
(117) Bruguera, Mateo: Historia de la invicta y memorable Bandera de Santa Eulatia. Barcelona 1861, p. 137.
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