diciembre 4, 2024

El pendón de la conquista – pag. 112

Es decir, dos bastones rojos sobre el áureo escudo y la cruz de San Jorge. Ahora bien, Muratori utiliza textos de Lucio Marineo Sículo, humanista del siglo XVI que «adornaba» las historias (aunque sin llegar al extremo de Beuter). Esta influencia de textos tardíos se percibe en conceptos como asociar las barras a Barcelona; o la confusión sobre el valor de la heráldica barrada de la casa Cayetana de Pisa, en oposición al texto de otro manuscrito recopilado por él y donde es citado Gerardo Cayetano como «signifero» de la Iglesia. Muratori, en su loable intento de racionalizar la historia mediante el eclecticismo de fuentes, generó un galimatías heráldico; muestra de ello es la denominación de «dos báculos rojos en escudo dorado» que, indudablemente, retrotrae a connotaciones eclesiales del siglo V.

También la sigilografía puede acercamos al tema. En los sellos reales, durante los siglos XII al XIV, no existió uniformidad en cuanto al número de barras; aunque la auténtica señal real es usada por todos los soberanos de esta época. El propio Jaime I, en plenitud de su vida conquistadora, dejó un ejemplar perfecto de sello real en plomo (año 1266) con su imagen en el anverso, siguiendo modelos iconográficos tomados de figuras de antiguos emperadores romanos – sedente, coronado y empuñando la espada -; en el reverso, el Conquistador a caballo con el escudo de dos barras sobre tres (16). El sello, conservado en el Archivo Municipal de Valencia, pendía del Privilegio Real número 25.

Otro ejemplar similar es comentado y reproducido en el libro «La bandera de Aragón», siendo perfectamente apreciable el escudo de Jaime el Conquistador con dos barras (17). No obstante, es usual la multiplicación de ellas en superficies como gualdrapas de caballo que, en ocasiones, llegan a doce. En relación a los sellos, y para no aumentar la aridez del tema citando muchos de ellos, destacaremos el de Alfonso II – rey de 1327 a 1336 – con su adarga de dos barras (18). Pero, lógicamente, los documentos con la señera primitiva no se circunscriben sólo a los sellos de plomo.

La sucesión de Jaime el Conquistador recayó, como era lógico, en sus hijos, correspondiendo a Pedro el Grande los reinos de Valencia y Aragón. Este monarca amplió los territorios de la Corona al incorporar Sicilia en 1282, al desposarse con su reina Constanza. De estos años se conserva el valioso códice miniado «Privilegios de la feliz Ciudad de Palermo», referentes a esta ciudad siciliana. Una de sus ilustraciones muestra a Pedro III el Grande en actitud soberana, ocupando el centro de la cromática composición y mostrando en el escudo la señera de su nuevo reino: dos águilas – huellas heráldicas del anterior señor de la isla, el germánico Manfredo de Suabia, emparentado con los Hohenstaufen -, y dos barras rojas sobre tres de oro.

El documento es importante, al ser el monarca representado hijo de Jaime el Conquistador. ¿Porqué motivo tenía que modificar la señera de cuatro barras de su progenitor?. Sería absurda tal alteración; la respuesta es que las dos barras eran para Pedro el Grande su heráldica regia. La teoría que relaciona el número de barras con el de reinos no es admisible, por su oposición a la documentación de la época; el mismo Pedro III poseía más de dos estados, pues su Corona abarcaba los reinos de Valencia, Aragón y Sicilia; aparte de otros títulos menores.

EL PRIMER CUADRO DE HISTORIA

La fuente histórica que analizaremos, como prueba de la no existencia del pendón de la Conquista a fines del siglo XIV, es el conocido retablo gótico del «Centenar de la Ploma», que decoró la capilla perteneciente a esta compañía de arqueros encargada de custodiar la Señera. La pintura se conservó en Valencia hasta el año 1864, en que pasó al museo «Victoria and Albert» de Londres.

El retablo es complejo y de grandes dimensiones, pero sólo comentaremos la tabla que muestra el «primer cuadro de historia de la pintura española»; calificación dada por Lafuente Ferrari y aceptada por los especialistas en pintura medieval. El autor fue Marzal de Sax, pintor alemán que trabajó en el Reino de Valencia entre 1390 y 1410; siendo el tema de la tabla una batalla entre tropas de la Corona de Aragón, con su rey al frente, y un ejército musulmán.


(16) Carreres Candi: op. cit. T. Provincia de Valencia, p. 370.

(17) Fatas, Guillermo: La bandera de Aragón. Zaragoza, 1978, p.34.

(18) Carreres Candi: op. cit. p. 398.


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