octubre 15, 2024

El pendón de la conquista – pag. 117

Más interesante es cuando transcribe, a continuación, «la ley Iª, título XX, partida 3ª de las de Aragón», que trata de la manera de sellar y manda:

«…y esta cuerda de la cual el sello colgare, sea de diversos colores, como amarilla y colorada, ancha y delgada, y esté hecha de manera que represente nuestras armas reales, que son cinco fajas en luengo, para que las tres y las otras dos, que son las que están entre las partes de afuera y la del medio sean coloradas, y cada una de las de la parte de afuera será de siete hilos de seda amarilla, no más ni menos» (28)

Por tanto, según el documento, la señera tenía dos barras rojas en su origen. Ciertamente, las dos barras eran «casi» las armas reales, pero no del todo; ya que a mediados del siglo XIV se incluye el «Drach» del rey y, por la misma época, se incrementan a cuatro el número de barras. Por otro lado, los estados de la Corona se iban singularizando con armas propias: Sicilia mostraba águilas y barras; Aragón, barras y cuatro cabezas de reyes árabes; Cataluña, cruces y barras. La «Ciutat y Regne de Valencia» poseía, como luego analizaremos, dos señeras: la fortaleza sobre agua -antigua heráldica-; y las barras, corona y Rat Penat.

Obviamente, la bandera de dos barras era del rey y reino de Aragón en el siglo XIII, no de Valencia o Cataluña. Un escrito del 24 de junio del año 1288. cuando nobles aragoneses intentan situar a Carlos de Anjou como soberano de la Corona, especifica que en el sello, escudo y bandera deberá utilizar las barras como símbolo del reino de Aragón:

«Item quod dictus Rex Aragonum habeat semper in scuto, vexilo, sigillis ac aliis locis omnibus ubi signa sua pingenda seu ponenda sint, signum rregni Aragonum, scilicet: bastones, unum aureum et alium rrubeum, nullo alio signo» (29)

Documento rotundo respecto a qué territorio simbolizaban las barras, y ambiguo respecto a su número.

EL CASTILLO DE ALCAÑIZ

Se ha utilizado, con asiduidad excesiva, pinturas murales del castillo de Alcañiz como prueba irrefutable de la autenticidad del pendón de la Conquista. Sin embargo, será conveniente analizar detalles que suelen ignorar los partidarios de las cuatro barras; pues, si bien es cierto que en la composición aparece una enseña de este tipo, también en la ciudad conquistada ondean dos banderas de tres barras.

La fortaleza representada no tiene por qué ser la ciudad de Valencia. En las imágenes del mural no se aprecia indicio alguno que relacione la entrada triunfal del Conquistador en una ciudad árabe; no hay referencias gráficas que pudieran dar a esta pintura una diferenciación con la entrada del mismo rey en cualquiera de sus urbes aragonesas, por ejemplo: en la misma ciudad amurallada de Alcañiz. Las únicas banderas de media luna, que podrían testificar de la victoria más importante sobre los musulmanes, no son precisamente del ejercito árabe, sino cristianas y pertenecientes a los caballeros aragoneses del linaje Luna; están situadas a la derecha de Jaime I y más cercanas a él que la enseña de cuatro barras. En el mural tampoco apreciamos ninguna relación con las descripciones de la entrada real y estandartes citados por los cronistas:

«Exits que foren los moros ab son Rey, entraren los Christians ab lo senyor Rey En Jaume. Primer anava el Confessor del Rey, del apellido dels Ferrers, portant un Estandart ab dos Imatges, la primera de nostre Salvador Iesu Chrits crucificat, la segona, de la Sacratissima sempre Verge Maria Mare sua» (30)

Hay más datos que restan valor documental a esta obra, como su fecha de ejecución situada ya en el siglo XIV (31); o el hecho de su ubicación en territorio aragonés, no en el Reino de Valencia. No obstante, incluso en esta pintura tenemos la señera real de dos barras; es la más cercana al rey y la porta un peón que, reverencialmente y siguiendo el protocolo, mira al rostro del soberano, mientras éste roza con su dedo la enseña y parece impartir alguna orden a su ayudante. Puestos a especular sobre el significado de la escena, quizá estuviera indicando que su señera de dos barras debiera ser izada en lo alto de la torre, aunque no es probable.


(28) Fernández Duro, C.: Tradiciones infundadas. Madrid, 1888, p.35

(29) Fatas, Guillermo: op. cit p. 17

(30) Blay Arbuxech, Gaspar: Sermó de la Conquista. Valencia, any 1666. p.25

(31) Cid Priego: Pinturas murales del castillo de Alcañiz. Revista «Teruel», julio-diciembrc. 1958


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