octubre 15, 2024

El pendón de la conquista – pag. 126

Hay que reconocer que, en comparación, y aunque falsos, el casco, espada, escudo y pendón atribuidos al Conquistador, así como los cuentos sobre sus orígenes, no eran tan disparatados como la mayoría de las historias y reliquias contemporáneas.

EL ESCUDO DE DON JAIME

El Archivo Municipal de Valencia es de los más interesantes de España, pues posee verdaderas joyas y también reliquias curiosas. La autenticidad es discutible en alguna de ellas, pero, incluso con las dudas, no se puede negar su gran valor histórico como exponente de la sociedad que las reverenciaba. Antes de analizar el escudo, recordemos alguna de las reliquias que nuestros buenos antepasados aceptaban sin pestañear:

«un relicario, en plata dorada al fuego que representa a San Jaime alanceando al dragón. En la base conserva una reliquia, un trozo del antebrazo del Santo Caballero. Este relicario fue construido en 1596 y se guardaba en la capilla de la antigua Casa de la Ciudad en cuyo altar quedaba expuesto en las grandes solemnidades, y ante esta reliquia, los magistrados prestaban juramento»(54)

La larga cita es para situamos, una vez más, en el ambiente ingenuo de los siglos XV y XVI. Todas, o casi todas las reliquias que estamos citando tienen una historia sin ambigüedades hasta que, retrocediendo en el tiempo, llegamos a los siglos del gótico; allí, la imaginación y confusionismo ocupan el lugar de los documentos. Es conocido que las instituciones ansiaban poseer reliquias que las prestigiaran y concedieran dignidad; deseo que compartían los organismos eclesiásticos y civiles. Sólo así es comprensible que en la misma catedral valenciana llegaran a pregonar que guardaban los siguientes «souvenirs» de un mismo santo:

«Un Brazo y Mano de San Jorge Mártir»
«Un Muslo de San Jorge Mártir»
«una Canilla del Brazo de San Jorge Mártir»
«un pedazo de la Bandera de San Jorge Mártir» (55)

Es decir, si sumamos los brazos depositados en la catedral de Valencia más los que se hallan en otros lugares de Europa, nos encontraríamos con un santo cristiano similar, iconológicamente, a Siva Nataraja; la deidad dravídica con múltiples extremidades.

El escudo de Jaime I tiene tantas posibilidades de ser auténtico como «el pedazo de la Bandera de San Jorge Mártir». No obstante, en la actualidad, los veneradores de las cuatro barras organizan verdaderas peregrinaciones al Archivo Municipal de Valencia con alumnos de escuelas e institutos para mostrar estas reliquias dudosas. Su finalidad es sacralizarlas, beneficiándose de la mente receptiva de los jóvenes. Al mismo tiempo, como en el Archivo Municipal también está el pendón de la Conquista, se les instruye en la «auténtica» heráldica valenciana, insistiendo en que la señera coronada es exclusiva de la ciudad de Valencia. Posteriormente aclararemos esta errónea interpretación.

El escudo sorprende por su excelente estado de conservación. Nadie diría que tiene más de setecientos años de antigüedad; los colores son brillantes, su superficie no tiene apenas huellas del choque de las flechas, lanzas o espadas que tuvo que detener, pues el Conquistador siempre anduvo en la vanguardia de sus tropas -esto último quedó confirmado al examinar sus restos y apreciarse en el cráneo la señal dejada por una flecha lanzada por los defensores de Valencia-. La sospecha del fraude viene a la mente para cualquier observador, sin que sea especialista en objetos medievales y aunque desconozca la historia del falso casco y la anacrónica espada.

Adosadas al escudo se encuentran unas piezas pertenecientes, quizá, al caballo de Jaime I; son la cadena, freno y bocado. Las espuelas fueron hurtadas cuando estaba el trofeo en la catedral de Valencia. En las referencias del Archivo se cita al escudo como «pavés de infante con las armas aragonesas». Procede de la utópica donación efectuada por Jaime el Conquistador a Juan de Pertusa, quizá en 1239; los descendientes lo depositaron en la capilla que tenían en la catedral de Valencia. Así lo recoge el polémico Mosén Jacme Febrer:

«Lo escut cuartejat, ab tringet e pera,


(54) Sánchez Navarrete, M.: La Casa de la Ciudad y tu Archivo. Valencia. 1984, p.35.
(55) Nota de las Reliquias existentes en esta Santa Iglesia Metropolitana de Valencia. Modo y orden con que se manifiestan a los Fieles. Valencia, año 1828. (sin foliar)


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