octubre 15, 2024

El pendón de la conquista – pag. 144

En el siglo XVII la leyenda de Beuter permanecía en la memoria de algún valenciano, pero nadie consideraba al pendón como símbolo propio del Reino de Valencia, ni mucho menos. La bandera, como afirma el cronista Orti, fue examinada y vuelta a poner en la bóveda; aunque hay algo oscuro en ello, pues, pocos años antes el historiador Escolano informaba que el pendón no estaba en la bóveda de San Vicente.

Es obvio que Ortí no encontró ningún documento que probara la autenticidad del pendón, la única autoridad que cita es la del canónigo Beuter y su sermón de 1538; débil soporte para cualquier historiador actual. El propio Marco Antonio Ortí tampoco puede decirse que fuera historiador brillante, aunque sí un correcto cronista de festejos contemporáneos. Sus historias incluyen errores que hay que señalar para comprender el valor de su juicio sobre el pendón. Ya en el siglo XVIII, el valenciano Teixidor negaba ciertas informaciones contenidas en la obra de Ortí:

«…ser falso que la Procesión general del primer siglo de la conquista la acompañaron el Rey Pedro, y la reyna Maria su muger, como impremió en su libro Marco Antonio Ortí, pág. 3 i repitió en la pag. 15 del suyo su hijo D. Josef Vicente Ortí i Mayor, diciéndose lo contrario en las últimas palabras del Consejo copiado»(122)

Marco A. Ortí trataba, consciente o no, de elevar la importancia de los acontecimientos narrados. Igual que hizo figurar al rey y su esposa en la procesión del primer Centenario de la Conquista en 1338, tampoco sería lógico que pusiera trabas a la leyenda del pendón, que suponía una gran merced para el pueblo valenciano y en particular para la iglesia de San Vicente Mártir; santo que estaba perdiendo puntos ante la creciente popularidad de San Vicent Ferrer, que sería proclamado patrón del Reino.

De todas formas, creo que Marco Antonio Ortí ni siquiera se molestó en ir a observar la falsa reliquia. Quien lea su «Siglo quarto de la Conquista» comprobará que no existe ninguna descripción que se asemeje al pendón; la obra contiene numerosos grabados y en algunos aparece Jaime I con su bandera. En la lámina que refleja el asalto a Valencia, el dibujante ha puesto la media luna en las enseñas moras, mientras las aragonesas son de silueta terminada en dos puntas; es decir, igual contorno que la Señera Coronada y distinta al presunto pendón. Todas las banderas, cristianas y moras, llevan zonas de sombreado vertical que algunos han querido ver en ellas franjas; la única simbología que diferencia los pendones cristianos de los árabes son la cruz y la media luna, aparte del «Rat Penat».

En el «geroglifíco XI», que responde al lema «León triunfante sobre la media luna», se puede ver al félido -simbolismo de Jaime I- que enarbola bandera con crucifijo terminada en dos puntas; el «geroglifíco XXXI» repite el modelo anterior con franjas de sombra paralelas al asta, terminación de dos puntas y el «Rat Penat» coronado el asta, más los «girones» que citaba Escolano. Evidentemente, el presunto pendón de la Conquista, depositado hoy en el Ayuntamiento de Valencia, no sirvió de inspiración para nada; grabados, dibujos o pinturas.

La impresión que ofrece el texto de Ortí, y cualquiera de su época referente a heráldica de la «Ciutat y Rcgne», es la existencia de un símbolo que eclipsa a los demás; el Rat Penat. Su figura aparece obsesivamente, enlazando mediante alegorías la efeméride centenaria con las hazañas del fundador del reino cristiano de Valencia. Así, el «geroglifíco III» recuerda:

«Por el Murciélago se entiende el Rey Don Jayme que persiguiendo a los moros destruye»

Aún más explícito es el «geroglifíco XXVIII», que muestra el casco de Jaime I con el Rat Penat y el siguiente texto:

«Que el Murciélago hizo nido
sobre la celada del Rey, y que
por esso le tomó por timbre
de sus armas»

Ya en el siglo XVIII, después de la Guerra de Sucesión, otro cronista repitió -basándose en Beuter, como todos- las mismas frases sobre el pendón; aunque, siguiendo a Escolano, incorpora al Rat Penat como parte del mismo:


(122) Teixidor, J.: op. cit. p.96


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