También en San Vicente Mártir el número de banderas debía ser elevado, por ser el titular patrón de la ciudad y santo de gran raigambre en todos los reinos hispánicos. Podríamos aventurar que la visibilidad de las enseñas no sería muy aceptable. Por las descripciones literarias y gráficas que nos dejaron las obras de Beuter, Diago, Escolano y Orti, no parece probable que la llegaran a ver. Quizá el uso que se hacía de antorchas de esparto y alquitrán para la iluminación ennegrecieron la techumbre y las telas allí depositadas; aunque si hubiera sido la Señera del Reino (como ahora afirman los partidarios de las cuatro barras), no se habría llegado a la marginación y abandono que estuvo durante la época foral. Por otro lado, no queda huella del humo de antorchas sobre el tejido.
Quizá esta enseña fue una de las numerosas que, en el siglo XV, se podían encontrar en cualquier territorio de la Corona de Aragón y que ostentaban las cuatro barras; en este siglo ya se había impuesto su uso -abandonando la antigua señera de dos barras-, siendo representativas del monarca, no de un reino, pues éstos -en contra de la idea generalidad- ya se singularizaban con heráldica propia; aunque tuvieran un mismo soberano. Existe documentación que lo corrobora:
«Mort e exequias del Sr. Rey D. Johan (…)an Rafel Moger pintor per 300 senyals Reyals de Armes de Aragó a raho de 3 diners (…) E per 12 senyals Reyals de diverses de Aragó e de sos Reynes que foren possats sobre lo capell e tomba e per 16 senyals Reyals que foren mesos en lo dit tovalló»( 129)
Los actos fueron motivados por la muerte del rey Juan II de Aragón, siendo fechado el documento en Mallorca el 4 de febrero de 1479. El texto menciona doce señales diversas de los reinos de la Corona aragonesa; tema que se estudiará en otro capítulo. En la misma catedral valenciana tenemos noticia de la colocación de una bandera real «de rey» -no de un territorio suyo en particular- en la tumba de Jaime III de Mallorca. El monarca fue muerto en la batalla de Lluchmajor, el 25 de octubre del año 1343; sus restos fueron trasladados a Valencia y enterrados en el coro de la catedral, por mandamiento de Pedro el Ceremonioso. En su memoria se hizo una bandera real:
«que penja en lo chor de la seu de Valencia sobre lo cos del molt alt Rey de Mallorques». El«pagament», del 19 de setiembre de 1414, menciona también «lo cots de corda de canem e cadena on penja la dita bandera»(130)
¿Sería esta bandera la que fue puesta en la bóveda de San Vicente Mártir después del año 1611? No hay duda que con la retirada de enseñas -recordada por Escolano- y la confusión subsiguiente, pudo ocurrir de todo. Por irreverente que parezca a quien no haya analizado la historia del pendón, cualquier hipótesis es más aceptable y lógica que atribuir la enseña a Jaime I. Recordemos lo que decía en su Crónica:
«que metesen nostra senyera en aquella torre… e quant veem nostra senyera »(131)
La rendición de Valencia fue pactada y fue su propia señera la que había ondeado en la torre, pero la supuesta donación a San Vicente de la Roqueta no consta en ningún párrafo de la obra; ni en ningún escrito antes de 1538. Hay que tener presente que las numerosas fuentes cercanas a los acontecimientos de 1238 rechazan la forma del pendón y también las cuatro barras. ¿Qué motivos tenía Marzal de Sax para no representar el pendón que, teóricamente, nos había donado a los valencianos el rey Conquistador? Y no era un caso aislado el de este artista -autor del primer cuadro de historia-; las monedas, cintas de seda, azulejos, retablos, pergaminos, etc., del siglo XIV nos dejaron claro que el pendón de la Conquista no representaba nada absolutamente, por la sencilla razón de que todavía no se había inventado la leyenda.
No fue por error, como se ha evidenciado anteriormente, el que Marzal de Sax pintara la señera de Jaime I con dos barras. Por los mismos años trabajó en el Reino otro de los importantes retablistas valencianos, Gonzalo Peris, con producción documentada entre los años 1412 (Santa Marta y San Clemente del M. Catedral de Valencia) y 1443 (Retablo de S. Martín del M. de BB.AA. de Valencia). Sus retratos de Jaime I y Alfonso del Magnánimo (con una corona similar a la bordada en la Señera Real), inducen a pensar que fue artista relacionado con las instituciones forales.
(129) Campaner y Fuertes, Alvaro: Cronicón Mayoricense, noticias y relaciones históricas de Mallorca desde 1229 a 1800, Palma de Mallorca 1881, p.214
(130) Sanchis Sivera: notas en «Dietari del Capellá d’ Alfons», Valencia 1932. p.25. El documento pertenece al Arch. Mun. de Valencia. Clavería Comuna, nº.38.
(131) Crónica de Jaime I: Valencia 1557, f.78
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