enero 13, 2025

TRATADO DE LA REAL SEÑERA – pag 41

La violenta actitud de Barutell estaba motivada en una nueva visión de la historia, limpia de leyendas y fantasías, aunque él tampoco se libró de interpretar parcialmente el origen del símbolo. Sin embargo, en su denuncia contra la «patraña» de Wifredo sí estuvo acertado al usar pruebas concretas:

«El escritor más antiguo de los Condes de Barcelona, el Monge de Ripoll, en el año 1194(…)sin embargo de referirse muy circunstancialmente todas las cosas pertenecientes a Wifredo el Velloso, parte verdaderas, parte fabulosas, no habla una sola palabra que indique la supuesta gracia de las armas(…) el Monge de Ripoll refirió muy al por menor cuanto creyó había sucedido a nuestro Conde; la ocasión de relatarlo no podía ser más oportuna; era glorioso al Conde y a toda la provincia; era digno de ocupar un lugar en la historia, y muy adecuado al genio del historiador, amigo de novelas semejantes. Montaner y Desclot tampoco dieron el menor indicio de escudo blasonado de los Reyes, cuya historia escribieron ¿Qué causa obligaría a estos historiadores a omitir un hecho que hacía tanto honor a su patria? ¿Qué es lo que pudo contenerles? no veo otro motivo que el ignorarlo, y el no haber tenido siquiera noticia de semejante suceso» (80)

EL CASAMIENTO DE LA PRINCESA Y EL CONDE

Los humanistas de principios del siglo XVI gustaban de entretejer realidad y fábula. No olvidemos que los conceptos de rigor y consistencia, fuera de los ámbitos religiosos, eran inapreciados y frecuentemente se apelaba con voz de autoridad a la «razonable tradición». Así, el enlace de Petronila de Aragón y Ramón Berenguer de Barcelona ha sido utilizado, según la creencia, como argumento de una donación de barras a la heráldica aragonesa por acuerdo del rey de Aragón con el conde de Barcelona; acuerdo que nunca existió.

Fueron escritores del siglo XVI los que iniciaron el equívoco. Veamos el ejemplo de un influyente intelectual de la época, Lucio Marineo Sículo, con actividad destacada en el primer tercio del citado siglo (m. 1533). Ejerció durante doce años la docencia en la Universidad de Salamanca y su obra, en castellano y latín, es fuente de noticias políticas y culturales; su «Crónica de Aragón», describe supuestas condiciones heráldicas acordadas en el enlace de Petronila y Ramón Berenguer:

«…que el nombre de Aragón f’uesse puesto delante del de Barcelona…que en las batallas fuesse alférez y llevasse la vandera a hombre de Aragón(…)que los capacetes y armadura fuessen con insignias de Aragón(…)cruz blanca en campo azul; la sobre ropa, el escudo, y las cubiertas del caballo de colorado y amarillo que son las armas del condado de Barcelona. Dio assi mesmo luego el Conde Don Ramón sus insignias a los grandes pueblos de Aragón que se las demandaron; y también las Armas de San Jorge que eran del Principado de Barcelona (sic) dioles assi mesmo las cuatro cabezas de moros y en medio una cruz colorada en cuya virtud avia vencido a los moros y muertos sus reyes. Cuando se caso con doña Petronila tomó por fuerza d’armas a Tortosa, Fraga, Miqueça y Miravete, muertos los reyes dellos; cuyas cabezas juntamente con la señal de la cruz figuran en el escudo» (81)

Efectivamente es un texto confuso. Marineo denomina de dos maneras las posesiones del conde de Barcelona: condado, atribuyéndole armas amarillas y rojas; y Principado, con la heráldica de San Jorge. No es necesario subrayar que es un testimonio sin valor por varios motivos: estar escrito siglos después de lo narrado, por no citar la fuente utilizada; por el anacronismo de los hechos (como hablar de capacetes heráldicos en la primera mitad del siglo XII): y, sobre todo, por la poca fiabilidad de sus escritos, Analicemos, por ejemplo, su versión de la coronación de Pedro II en Roma en ] 204:

«fue a Roma para ser coronado rey y assi lo fue por manos de Inocencio III (…) le concedió que él y los sucesores d’el llevasen delante del papa la vandera de la Iglesia con las armas de Aragón que son de colores amarilla y colorada» (82)


(80) Id., p. 209

(81) Marineo Sículo, Lucio: Cronica d’Aragon. Barcelona 1974. T.3, Fol.XXV

(82) lbídem, fol. XXVII.


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Pag. 40  ÍNDEX   Pag. 42

 

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