diciembre 4, 2024

Armas heráldicas de Cataluña – pag. 94

«Capitols de Cort, Ordinacions, dedaracions, privilegis, y cartas Reals per lo dit General de Cathalunya … manat estampar per los molt Illustres Senyors Deputats y Oydors de Comptes del General del Principat de Cathalunya» (124)

Es decir, un libro encargado en 1683 por las máximas autoridades catalanas, incluía en la portada el símbolo cruciforme, sin ninguna referencia a las barras. No obstante, el desconcierto generado por los seguidores de Gaspar y Jalpi no pasó desapercibido a Juan Alonso de Guerra, quien, en el año 1699, recordaba a Carlos II el orden jerárquico de sus posesiones:

«porque algunos blasones andan comunmente errados i no contiene este escudo todos los blasones de los muchos Reinos Señorios que V. M. posee, de todos los quales son estos sus titulos, i por la orden que dellos tengo que escribir:

Rey de Castilla
Rey de León
Rey de Napoles
Rey de Sicilia
Rey de Ierusalem
Rey de Navarra
Rey de Portugal
Rey de Galicia
Rey de Toledo
Rey de Cordova
Rey de Jaén
Rey de Sevilla
Rey de Valencia
Rey de Granada
Rey de Mallorca
Rey de Serdeña
Rey de Córcega
Rey de los Algarves
Rey de Algecira
Gibraltar
Islas de Canaria
Indias Orientales
Duque de Milán
Duque de Atenas y Neopatria
Goziano
Conde de Barcelona
Conde de Rosellon
Cerdania
Señor de Viscaia
Señor de Molina» (125)

Por tanto, el Condado de Barcelona (o Principado de Cataluña) seguía ocupando el lugar que tradicionalmente le correspondía; muy alejado de los reinos cabezas de la monarquía hispánica. Respecto al otro titulo, el Principado de Gerona, no era usado al considerarse «extinguido» a poco de su creación:

«En la Corona de Aragón los Príncipes herederos gozaban del título de Duques de Montblanch desde 1386, y de Príncipes de Gerona, hasta que con la reunión de las dos Coronas (Aragón y Castilla) quedó extinguido este título» (126)

Hecho que no fue tenido en cuenta en nuestros días.

La Guerra de Sucesión: Mauléis y Botillers

Cuando muere el sigo XVII, y también el rey Carlos II. estaba agonizando el antiguo estado respetuoso de los fueros medievales. El poder centralista, personificado en el monarca francés Luis XIV, se derramaba sobre la Corona de España al heredar un miembro de la familia real francesa el trono español. Los primeros cuatro años del siglo XVIII fueron un corto período de calma relativa, aunque los preparativos militares de Austria e Inglaterra, suspicaces del creciente poder de la familia Borbón en Europa, presagiaban los tristes acontecimientos de la cercana guerra de Sucesión.

Del año 1704 se conserva el libro del Marques de Rivas que narra los viajes de Felipe V y su «feliz casamiento»; los fueros no habían sido derogados, siendo el monarca bien recibido en las ciudades que visitaba. En Madrid se construyó una arquitectura efímera llamada Galería de los Reinos, de gran complejidad y contenido simbólico, para recibir al joven soberano; consistía en un conjunto de figuras que expresaba icónicamente el poder del Imperio Español, aunque muchos reinos allí representados se hubieran perdido. Según el Marques de Ribas:

«En esta Galería avia quarenta y ocho Estatuas, treinta y dos Reynos, y Señoríos coronados, y los Reynos con sus armas» (127)

Allí estaban todos: León, Sicilia, Valencia, Castilla, Nápoles, Borgoña, etc. La que no aparece en la relación es Cataluña. Según los ideólogos de la Galería de los Reinos de Felipe V, el nombre del territorio era el de Ciudad y Condado de Barcelona; siendo éste el lema de su simbólica escultura:


(124) Libre dels Quatre Senyals del General de Cathalunya. Barcelona, any 1683.

(125) Alonso de Guerra, Juan: Historia de la Corona de España. Madrid, año 1699. Bib. Nac. de Madrid, Ms. 11.683. fol. 32.

(126) Montpalau, Antonio: Descripción política de las Soberanías de Europa. Madrid, año 1786, p. 206.

(127) Ubilla y Medina, Antonio (Marqués de Ribas): Sucesión de el Rey D. Phelipe V, Nuestro Señor. En Madrid, Año 1704. p. 147.


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