octubre 19, 2024

TRATADO DE LA REAL SEÑERA – pag 23

Creemos, por tanto, que es temerario mantener que fue Pedro II (padre de Jaime I) quien concedió a la Iglesia las franjas rojas y amarillas, teniendo en cuenta la debilidad documental que lo respalda. Incluso la personalidad y forma de actuar del Papa que le coronó en 1204 nos llevaría a dudar de esta hipótesis.

Inocencio III, «Comes signatus», pertenecía a la alta nobleza romana al ser hijo de Trasimundo, Conde de Segni. Los estudiosos de la Iglesia, exageradamente, le califican como «Emperador no sólo de Occidente, sino del Universo»; el padre Villoslada, al estudiar su figura, encabezará su trabajo con la significativa frase «Inocencio III, el Augusto del Pontificado»; el monje inglés Bartolomé de Cotton lo llamó «Estupor del Mundo»; y en un «Catalogus Pontificum» se lee: «fulgente enim splendida facta cius in urbe pariter et orbe».

Inocencio III fue elegido muy joven, con sólo treinta años, y se proclamaba no ya representante de Pedro, sino también de Cristo, «Vicarius Christi». Su actividad influye en los asuntos internos de Alemania, Francia, Noruega, etc.; el mismo año que coronaba a Pedro II de Aragón, en 1204, los cruzados – en acción promovida por él – conquistan Constantinopla; y no sólo era Aragón, sino reinos como Inglaterra y Portugal los que también se convierten en feudatarios de la1glesia. Los propios emperadores, como Federico II que le ofrece Sicilia a su vasallaje, son coronados por él.

No es, por tanto, admisible que el rey aragonés concediera su bandera a la Iglesia. Un Papa como Inocencio III difícilmente hubiera aceptado la enseña de un reino todavía no importante y que, para colmo, sería su rival en la guerra contra los albigenses. En las crónicas, como ya se apuntó, no se concede importancia al acontecimiento del año 1204, y en las escritas fuera de la Corona de Aragón y Castilla apenas se menciona. Por ejemplo, en «Delle Historie del Mondo», que dedica varios folios a Inocencio III, sólo cita al rey Pedro II como enemigo del papa en la Cruzada Albigense:

«…capitano di questa impresa il Conte Simone di Monforte(…) il legato del Papa, con un essercito d’Italiani, Germani e Francesi(…) terre infette de gli Albis (…) della parte contraira il re di Aragona» (18)

Tampoco Francesco Petrarca, en su Crónica de los Pontífices, se ocupa de la coronación de Pedro II y el confuso intercambio heráldico; aunque sí relata lo del emperador alemán:

«Ottho 4 nato di Sansogna impatore occidentale coronato de Innocentio 3» (19)

Y el testimonio de Petrarca sería interesante por ser cercano a los tiempos de Pedro II. Donde se narra lo sucedido en 1204 es en la recopilación documental de Muratori; allí se recoge la llegada de Pedro II y sus acompañantes a Roma, el ceremonial de la coronación y la fidelidad expresada por el rey aragonés a la Iglesia; juramento iniciado con estas palabras:

«Ego Petrus rex Aragonum profiteor, polliceor quod semper era fidelis, obediens Domino meo Papae Innocentio ejusque Catholicis Successoribus, Ecclesiae Romanae, regnumque meum in ipsius obedientia fideliter…» (20)

El texto del juramento refleja claramente la relación de vasallaje al Papado por parte del monarca aragonés, lo que convierte en absurda la hipótesis de que la Iglesia recibiera las barras rojas y amarillas de él; por supuesto, no aparece ninguna mención de ello en los códices transcritos por Muratori. Todo indica que la tal donación sería una versión adulatoria de algún cronista de la Corona; generalmente, los días de estancia en Roma y la coronación de Pedro II son materia que apenas ocupa dos líneas, incluso para los cronistas hispánicos:

«Hic rex Petrius sub Innocentio Papa tertio Roman adiens, ab eodem Papa suit in ecclesia sancti Pancrati diademate coronatus» (21)

 


(18) Tarchagnota: «Delle Historie del Mondo». Venecia, 1573, pp.315 a 319.

(19) Petrarcha, M.Franccsco: Chronica ddelle vite de Pontefici et Imperatore Romani. Venecia, 1534, folios 89 y 90 r.

(20) Muratorius, Ludovicus: Rerum italicarum scriptores. Milán, 1726, t.3, p.401.

(21) Carthagena, Alphonsi de: Rerum in Hispania gestarum chronicon. Granatam, anno M.D.XLV, fol.48 r.

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