octubre 21, 2024

TRATADO DE LA REAL SEÑERA – pag 28

«De usu Vmbraculi, seu Baldachini. Distingue dos maneras de Umbráculos, Baldachinos, o Doseles; unos fixos, y otros portatiles. El fixo, es propiamente dosel: el otro es el Palio, en nuestro Español»(3l)

Las fuentes parecen remitir a un origen pagano que tendría connotaciones mágicas, es decir, el dosel no sólo paliaría la acción de los rayos solares y la lluvia, sino también influencias malignas de las divinidades inductoras de los cambios atmosféricos. Así, en «Mundus Symbolicus» relacionan la «umbella» con el clima, pero también con los emperadores romanos y sus sucesores directos:

«Umbella opportunam adversus quasvis coeli injurias tutelam praebet (…) Eos hoc Emblemate notabis, qui cognomen suum a vitio traxerunt Julianus Imperator» (32)

Lo cierto es que la Iglesia adoptó la «umbella» como uno de los símbolos pontificales. Así, en pinturas medievales vemos una escena relacionada con la pugna imperial-papal, en que el emperador Constantino lleva las bridas del caballo del papa Silvestre. Sobre la máxima autoridad eclesial aparece el palio o «umbella» (33), aunque todavía luce una mitra sin las coronas; detalle que confirma la antigüedad de la obra entre los siglos XII y XIII. En una escena previa (decoración de la Capilla de San Silvestre en la romana iglesia de los «Santi Quattro Coronati») el propio emperador Constantino ofrece al Papa la tiara, aunque el palio todavía cubre la figura del emperador. Es una evidencia más de las raíces romano-imperiales de la «umbella».

La grandeza y poder de Roma era una obsesión para los gobernantes medievales. La adopción del púrpura imperial (mejor dicho, su sucedáneo que cromáticamente oscilaba del bermellón al violáceo) fue un recurso simbólico del que no se libraron ni nuestros antepasados. En 1416, los Jurados valencianos modificaron sus gramallas azules por rojas, queriendo imitar a los romanos imperiales, no a las barras aragonesas como ha afirmado en nuestros días algún escritor:

«Libro ceremonial (…) hasta el año l416 (…) deliberó el Consejo General se mudasen en color grana, ya porque en lo encendido de él manifestasen los Padres de la Patria la caridad y celo en que deben arder por el bien común, o ya porque en el lenguaje griego Valencia en su nombre suena lo mismo que Roma, a quien los primeros latinos llamaron también Valencia, y en ésta se instituyó la Trávea de grana o Toga de púrpura para insignia del Consulado»(34)

En el mismo siglo, pero en la ciudad del Tíber, se utilizaba la antigua «umbella» de barras oro y gules en la ceremonia de coronación del nuevo emperador germánico:

«..lo palis (umbella), que era de barres grogues e vermelles, lo qual era portat per los grans magnats .senyors de Roma (…) lo Papa de pontifical» (35)

En el libro «Ensenyes nacionals de Catalunya», publicado en l936 y del que apenas queda algún ejemplar de los 300 que constó su edición, el autor reconoce tácitamente la prioridad de la Iglesia en el uso de barras rojas y amarillas en la «umbella»; así como su valor de enseña:

«El Papilione (umbella) o tenda, insignia que precedía al Sant Pare»(36)

Un grabado medieval (principios del siglo XV) muestra un impresionante caballero totalmente cubierto de armadura; es el llamado «signífero» del estado de la Iglesia. No obstante, su aspecto dista mucho de sugerir ideales místicos o contemplativos y, por el contrario, nos advierte de un poder bélico respetable con sede en Roma; el jinete enarbola aparatoso palio o «conopeum» barrado como exponente de una nación, la Iglesia, que aparte de conquistar

 

 


 

(31)Villarroel, Doctor Don Fray Gaspar de: Govierno Eclesiástico Pacífico y Unión de los dos Cuchillos: Pontificio, y Regio. Madrid, 1657, p.54.

(32) Picinello, D.Philippo: Mundus symbulicus in emblematum universitate. Coloniae Agrippinae, M.DC.XCV., Liber XV, p.50.

(33) Calvo Cortés, A.: Eclesiología Elemental. Estella, 1986, p.38.

(34) Perales, J.B.: Décadas de la Historia de Valencia. Valencia, 1880, p.881.

(35) Dietari del Capella; p. 168.

(36) Domenech, Luis.: Ensenyes nacionals de Catalunya. Barcelona, 1936, p.15


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