octubre 30, 2024

Armas heráldicas de Cataluña – pag. 57

Aunque hay que reconocer su condición de humanista notable y poseedor de amplia cultura, lo cierto es que sus sermones y escritos entrelazaban confusamente mitos, leyendas e historia. En el año que redactó la Crónica, que incluía la fábula de Wifredo, su actividad fue notoria y variopinta: predicó el famoso «Sermó de la Conquesta» y, también, sorprendió a sus contemporáneos con el nacimiento de su hijo; era en 1538.

Un incunable, conservado en la Biblioteca de la Universidad de Valencia, sería el origen de la leyenda de las cuatro barras sangrientas. La obra – propiedad de un noble valenciano antes de ser donada a la Universidad – fue editada en Sevilla el año 1492; por tanto, es anterior en casi medio siglo al escrito de Pedro Antonio Beuter. Este sería el «cuaderno» utilizado, prestado por el antepasado del noble que, siglos después, lo donó a la Universidad.

Beuter no citaba el origen de su «cuaderno» ni al autor. ¿Por qué este misterio? Porque su copia no fue exacta, ya que los personajes no eran catalanes, el lugar de los hechos no era Normandía, y tampoco guerreros nórdicos los enemigos; sino un rey castellano que luchaba por la conquista de Córdoba contra los musulmanes. En el incunable podemos leer:

«Dtrosi aquellas faxas goles o coloradas que trae los del linaje de cordova. Asi como don alfonso señor de la casa de aguilar el conde de cabra. E los otros cavalleros de qui es mencio. Lo que representa la causa principal de la toma de cordova otrosí las feridas y sangre vertida en aquel acto glorioso que entonces obro el rey femando, cuando un cavallero de aquellos el mas principal saliendo ferido el rey llego a el, la razón que entre ellos passo no la sepo el rey mojada la mano en la sangre pasóla por el escudo de dicho cavallero, no tiño salvo con los tres dedos, desta causa dende entonces trae aquellas tres faxas bermejas en un escudo de oro»(29)

Mientras no se demuestre lo contrario, nos encontramos con un giro de 180 grados en relación a esta leyenda, orgullo de los catalanes y repetida hasta la saciedad en libros y revistas. Por tanto, teniendo en cuenta el incunable de Ferrando Mexía, resulta ser copia de otra historia castellana. La única modificación notable, aparte de los protagonistas, es la utilización de un dedo más, no tres como hizo el rey Femando de Castilla.

Este incunable fue leído por Xavier de Garma (el que dio a conocer los escasos documentos de fines del siglo XIV que afirmaban la catalanidad de las barras); sin embargo, no lo tuvo en cuenta en su obra «Adarga catalana»; ofreciendo, por el contrario, como historia cierta la leyenda de Wifredo:

«En el Principado de Cataluña hallamos, que el uso de las Armerías, con las reglas del Blasón, distintivo de Nobleza tuvo principio en el primer Conde Soberano de Barcelona Wifredo el Belloso, quando auxiliar de Carlos el Calvo en la guerra que hacía a los Normandos, fue mal herido (…) y poniéndole la mano derecha en las heridas, bañados sobre cuatro dedos en la sangre, los passo de alto a baxo sobre la Adarga o Escudo dorado» (30)

La afirmación de Xavier de Garma carece de autoridad, al no sustentarse en ningún documento anterior a Beuter; es decir, en el año 1538. Sin embargo, conoció el «Nobiliario» de Ferrando Mexía, al cual cita en su obra:

«Fernan Mexia, en su Nobiliario, recopiló… »(31)

Garma dedica cuatro folios a su comentario, pero silenciando la historia castellana de los dedos sangrientos sobre el escudo dorado. Xavier de Garma, hay que recordarlo, publicaba su Adarga en 1753; época en que los manejos y alteraciones de la heráldica alcanzaron cotas de verdadero virtuosismo.

El modo de hacer historia y la arbitraria selección de pruebas que practicaba Xavier de Garma (admitiendo alguna dudosa y rechazando o ignorando las que no coincidían con su tesis procatalana) es importante. El primer documento esgrimido por Garma corresponde a una orden de la reina María en 1396, que dice:


(29) Libro in titulado nobiliario: perfestamente copylado y ordinado por el onrrado caballero Ferrando Mexia, veynte quatro de Jahen; Sevilla, 1492. Libro III, cap. XIII.

(30) Garma, Francisco Xavier de: Adarga catalana. Barcelona 1753, n. 13.

(31) Ib ídem p. 74.


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